domingo, 21 de abril de 2013

Capitulo 1- Mi primer apocalipsis

Hola. Un beso a todas :D

POV RyeoWook, restaurante McDonald’s, 15:00 p.m.- comienzo del día Z

Sentado en la silla del mostrador, el aburrido, yo.

Se me acercó un chico de edad media algo sonriente y con cara de tonto, no parecía de aquí.

-¿A cuánto están las 5 alitas de pollo?- preguntó.

-En el menú de arriba dice los precios, tómese su tiempo y pida lo que deseé, le daremos toda la atención posible- dije ya con la cabeza encima del mostrador.

-Está bien- y después de 5 minutos el de cara de tonto no pedía y se la pasaba razonando que precios venían mejor con su chequera y sinceramente me cansé de ver su cara.

Sonrío cuando me observó con la pluma y la libreta en la mano.

-¿Cómo de qué tamaño son las alitas de pollo?- dijo con la misma cara de tonto.

-Cómo las que está comiendo la señora que está detrás de usted.

-Ah, de ese tamaño- dijo cuando regresó la cabeza hacia mí-. No son muy grandes como pensaba, pero bueno, lo que uno hace cuando tiene hambre.

-Si… ¿Ya decidió lo que iba a pedir?- dije con mi mejor sonrisa.

Después de unas cien preguntas sobre los precios, beneficios y tamaño de las cosas acabó dejándome con la saliva a punto de salirse de mi boca.

-Que bien… Sólo deme la cajita feliz- exclamó alzando su dedo en forma de idea.

¡¿Es enserio?! Tanta cosa para pedir la estúpida caja feliz.

-¿Qué juguete desea?- pregunté enseñando la variedad de tonterías.

-Quiero… ¿El Spiderman o el Batman?- me preguntó elevando la barbilla.

Creo que llegué a pensar que era uno de esos críticos de comida disfrazados de personas normales para ver que tan bien hacemos la atención, al principio me asusté pero luego pensé que tiene un aspecto demasiado desarreglado y cara de ser un tonto.

-No lo sé, elija el que a usted le guste más- y al final no escogió a ninguno de los dos, escogió a Linterna Verde, fue demasiado raro verlo hablar de los poderes de cada uno de los muñecos y comparándolos con otros.

Ahora venía la paga y para acabar con broche de oro me dio 30 dólares en monedas de 50 y 10 centavos, por supuesto el idiota tiene que contarlas todas.

Por el bien de la humanidad aquel señor de cara tonta salió del lugar.

Estábamos en el año 2100 y las cosas no iban muy bien que digamos. La sobrepoblación era demasiada en el mundo, cada día nacía un promedio de 200 niños en solo el continente de Asia.

La contaminación en el aire acabó por hacer otro agujero en la atmósfera y el agua se hacía más escasa, gente peleaba por un poco de comida en las calles, el cáncer tuvo al fin su cura pero en esos días de contaminación y falta de naturaleza surgió otra nueva enfermedad (Cristhine45) que dejó en segundo plano al VIH Sida y al cáncer.

El virus Cristhine45 destruía a las personas de 60 años de edad sin excepción alguna, no era un virus. Era un arma letal creada por el gobierno secreto de la ONU para disminuir la sobrepoblación. Gente la consideraba (en su mayor parte) como un virus que debía ser curado y que fue creado por la situación de esos días.

O eso fue lo que me había dicho mi padre (falleció por aquel virus en su cumpleaños número 60) La Gente que aún creía en los gobiernos, buscaba cura para el virus, no la había, fue construida.

Los cumpleaños número 60 acabaron por ser funerales. A ese paso los cumpleaños desaparecieron para siempre, cada uno temblaba por aquel día.

No había nada que hacer, la sobrepoblación era demasiada. Los niños desde los 5 años comenzaban a trabajar, yo desde los 6 comencé a betunar zapatos a agentes del gobierno.

Si no eras agente del gobierno eras vendedor de comida express o vagabundo.

Mis padres habían fallecido, pelearon hasta el último. Le tenía un odio a aquel gobierno.

Mientras recordaba todo eso el personal se preparaba para el almuerzo de McDonald’s (aún existía) Consistía en pastillas para la contaminación como regalo y alitas de pollo artificial (la mayoría de animales habían desparecido)

-¿Puedes ir a ver algunos pollos a la nevera?- dijo el cocinero Park JungSoo, buen hombre.

-Claro- salí del mostrador y me dirigí a la nevera, había un gran alboroto afuera pero seguramente eran protestantes o hippies de la naturaleza.

Después de darle los pollos al cocinero fui de nuevo al mostrador.

La tarde había empezado de nuevo. La gente comía muy felices, no se esperaban lo que iba a venir, ni siquiera yo.

Cada vez el alboroto de afuera se hacía más notable, las personas de adentro comenzaron a ver qué ocurría afuera. No podía ver ya que estaba con clientes y no teníamos ventanas cristalizadas pues lo ácidos de las industrias las destruían.

De repente (alguien o algo) empezó a tocar la puerta muy fuerte, el portero encargado de eso la abrió. La imagen fue demasiado insoportable.

Un señor de edad avanzada entró, tenía la ropa rasgadas seguramente alguien lo había atacado. Sus ojos eran de color verde fuerte, sus dientes estaban llenos de sangre y al verlo bien tenía una gran mordida en su cuello.

Miró a todos lados, las personas dejaron de comer y lo quedaron viendo, aquel señor no dudó más y cogió del cabello al joven portero (la mayoría de la población era bastante joven) de no menos de 30 años e incrustó sus dientes en el cuello.

Era asqueroso ver cómo arrancaba el pedazo de carne de un tirón cómo si fuera chicle. El restaurante estalló en gritos.

Luego, todo el lugar estalló en sonidos de vómitos y niñas gritando amarrándose a las piernas de sus madres que tenían aspecto de importante (todos los que comían ahí eran personas del gobierno o con demasiado dinero)

La puerta quedó abierta y más personas como ese señor entraron, lo siguiente que vi fueron gritos y más gritos con sonidos de carne desprendiéndose de los respectivos cuerpos.

Ya no había gente en mi mostrador y yo ni siquiera respondía, personas del exterior (si se podrían llamar personas) entraban, cada vez más feos, con la carne desprendiéndose y los huesos al exterior, la sangre rebosaba de sus bocas. Unas cuantas mordidas de su presa e iban por otra.

Las mismas personas mordidas se levantaban y en un dos por tres ya eran iguales.

Entonces en un intento de tranquilizarme pensé en aquel señor insoportable y qué hubiera hecho en una situación como esa siendo tan tonto, creo que una sonrisa se esbozó por mis labios.

Ahora veía cómo mis compañeros del personal querían matarme. Era raro, las odiaba tanto que pensaba que se veían muy lindos.

RyeoWook, no es momento de pensar en humor negro, tienes que salir de aquí.

Una chica “muerta” que atendía a las personas quiso subirse en el mostrador, me mostraba sus dientes ansiosa de probar mi carne. Parecían animales muy feos.

Pensé rápido y cogí lo que mis ojos vieron primero, el aceite de las patitas fritas estaba muy caliente. Cogí el contenedor y la eché encima de aquella chica. Su piel se derritió y empezó a gritar muy fuerte que creo que me lastimó los oídos.

Entonces pensé en qué bueno era estar detrás de un mostrador sin que nadie pueda tocarme.

Las “bestias” caminaban lento pero te veían, la mayoría de gente había muerto o habían salido del lugar corriendo cómo posesos para luego ser mordido por otros monstruos más.

Cogí un poco de licor de la estantería y la regué por todo el borde del mostrador, no estaba tan asustado que digamos, creía que era otra de las tonterías del gobierno, en una de las cuales yo iba a estar presente por primera vez.

Creo que solo quedaba yo y el cocinero Park JungSoo, mi plan era incendiar el lugar y salir corriendo para estar de nuevo rodeado por ellos.

-¡Chico! ¡Cuidado, detrás de ti!- dijo el cocinero, me viré y me encontré con el portero.

Le pegué con un gran contenedor de pastillas y agujas que se le incrustaron en la piel.

-¡Fósforos! ¡Rápido!- grité, el cocinero asintió y me lanzó una cajetilla de fósforos.

La cogí y maldecí a JungSoo por darme una caja, esas de las cuales tenías que frotar con una paleta a lado de la misma caja, incluyendo el palito que al extremo tenía una bolita incrustada de color azul. Ya no se usaban de esos, ahora había una especie de navaja con todas las necesidades posibles para las personas, además nunca fui bueno para prender ese tipo de cosas.

Era típico de JungSoo cargar cosas de los años pasados, él seguía teniendo esos carros a mano, los que no tenían un cerebro mecánico y que aún necesitaban gasolina.

Después de unos cuantos intentos de prender lo logré, la lancé encima y era realmente increíble la lentitud de éstos.

Creí enserio que todos se morirían pero después se volvieron a levantar y caminar aun cuando estaban envueltos de fuego seguían caminando.

Escuché el desesperado grito de JungSoo, las “bestias” nos tenían acorralados, miré por última vez a JungSoo, me sonrió con tristeza y se agachó.

Y entonces pensé que creerme la gran cosa por ser solitario no importaba para nada pues iba a ser mordido por uno de ellos o probablemente incinerado por el fuego, cómo último recurso cogí el trapeador que a la vez tenía una especie de aspiradora con limpiador de ventanas y la coloqué contra mi pecho en forma de defensa.

-¡Kim RyeoWook!- gritó JungSoo a los lejos, ya casi no veía nada por el humo que hacía llorar mi vista, creo que era por eso o por el simple hecho de que me iba a morir a los 26 y no a los 60 años-. Ven rápido a la cocina.

Ya iba a emprender mi camino pero debido al gas explotó la cocina y los vidrios fueron contra mí, algunos se incrustaron en mi brazo por a verme tapado la cara, miré con tristeza la cocina, su puesto de trabajo, incinerado. Tal vez pronto iban a encontrar su cuerpo sin vida porque para mí no había ninguna duda de que estaba muerto pues oí claramente su grito.

Sonreí, todos, como el equipo que éramos íbamos a morir juntos en el mismo lugar de trabajo.

Una lágrima se esbozó por mis ojos al recordar la amable sonrisa de JungSoo al entregarme una comida.

-Con que eso fue todo…- dije retrocediendo hasta llegar al otro extremo del gran restaurante.

Comencé a golpear a algunos con aquel trapeador, no quería morir como una damisela.

Había muchas “bestias” y pensé (si, otra vez) que era ridículo perseguir solo a una persona, es decir, hay tantas en el mundo, por eso hay sobrepoblación, ¿por qué solo a mí? Pero son personas sin pensamientos, no son muy listos que digamos.

Me tenían muy acorralado y la verdad me había cansado de golpear a tantos sin ningún propósito, solté el trapeador y puse mis manos a cada lado de mi cabeza en un signo de rendición.

Adiós mundo… Fue bueno vivir aquí por un tiempo…

Sentí una luz cegarme los ojos, oí también un vidrio rompiéndose. Supongo que eran sonidos de balas porque eran muy fuertes. Abrí con compasión mis ojos y encontré a un chico con cabello café sonriéndome mientras colocaba la punta de su escopeta en la boca de una “bestia" y le voló la cabeza, ese idiota, la sangre salió de una contra mi cara.

Cuándo mató al último sacó unas cuántas balas de su bolsillo y las colocó en su escopeta.

-¿Quién eres?- dije notoriamente confundido, para mí no había un “gracias” pues yo estaba dispuesto a morir y no a que me salvaran-. ¿Por qué me salvaste?

-No necesito un propósito y mucho menos un “por qué”- ajustó la escopeta en una de las correas de su espalda –. Es mi deber y simplemente eso. La promesa de un hombre.

-Esto no es una tonta película de guerra y moral- dije alzando la voz-. Yo estaba dispuesto a morir y la verdad me da pereza pelear por mi estúpida vida.

Me di media vuelta y me dispuse a salir del lugar.

-Lo hice por tu padre- soltó un bufido-. No respetaré tus decisiones…y tus caprichos no serán hechos.

-¿Mi padre?- me giré y lo miré a los ojos-. Así que mi padre te envió…mi padre era un puto cobarde que me dejó abandonado en este estúpido y podrido mundo.

Él me miró con los ojos más desorbitados que los de las bestias. Y me estampó una fuerte cachetada.

-Tal vez tu padre fue un cobarde, pero tú no lo eres. Si sobreviviste hasta ahora es porque no lo eres. Ahora ven conmigo y ya no reniegues.

Me toqué la dolida mejilla y lo miré con ojos furiosos.

Este idiota…arruinó mis planes de morir.

Agarré el trapeador rojo de la sangre coagulada de las bestias y le espeté:

-No aprecio mi vida pero si quieres podemos jugar un rato con estas cosas- mordí mi labios asustado-. Podría ser divertido.

El chico soltó una carcajada y me señaló una moto negra en los exteriores del local que brillaba bajo la luz del atardecer, era una muy vieja, parecía sacada de un centro de antigüedades.

-Soy Cho KyuHyun- dijo peinando su cabello castaño hacia atrás.

-Soy Kim RyeoWook- dije colocando el trapeador en frente-. Sólo lo hago porque conozco a gente como tú, idiotas que no se cansan hasta lograr lo que quieren, iguales a mi padre.

-Fue un gran hombre RyeoWook…- dijo mientras intentaba tocarme.

-Si claro, un gran hombre- dije con sarcasmo notorio.

No dijo nada más, solo hizo una mueca y caminó hasta la motocicleta. Caminé detrás de él apreciando a toda la gente siendo mordía por las “bestias” y esas personas levantándose de nuevo.

-Es mejor que camines rápido o acabarás como uno de ellos- dijo señalando a una “bestia” muerta por un disparo de la escopeta de KyuHyun.

-Así que si me convierto en uno de ellos no dudarás en matarme.

-Exacto, a tú padre no le gustaría verte así…ni a mí- dijo mientras subía.

-Está bien, igual no intentaría comer tu carne- susurré mientras subía-. Ni creas que vaya a agarrar tu cintura y decir cosas estúpidas en el oído cómo en aquellas películas muy viejas.

-Sólo te advierto que iré muy rápido sin contenerme y será mejor que te agarres de algo- dijo.

Sonreí y arrancó, la presión era muy fuerte, que tuve (por lo menos) agarrarme a sus hombros.

-¿A dónde vamos?- pregunté observando como el canto de los muertos aumentaba.

-A refugiarnos, se está haciendo de noche y no es buena idea seguir en la noche.

-¿Seguir? ¿Pero a dónde vamos?- dije sacando mis brazos de sus hombros.

-No preguntes…- exclamó de mala manera, dejé de hablar, no porque me sentía apenado, sino porque al subirme en esa moto no sabía lo que vendría ni a qué me iba a enfrentar.

Después de algunas imágenes un tanto perturbantes llegué a la conclusión de seguir la charla pero antes de que dijera algo él se me adelantó.

-Vamos a buscar un refugio…aún tengo cosas que explicarte- aceleró más su moto.

Luego de unos minutos llegamos al barrio de los millonarios. Rodeada de gustos que yo desconocía como piscinas termales, restaurantes flotantes y esas cosas. Todo el lugar estaba lleno de esas cosas que dejan sus supuraciones verdes en el piso, el sonido de la carne siendo comida y el olor no muy agradable llegaba hasta mis fosas nasales.

Paró el transporte al frente de una enorme ciudadela con las puertas semi-abiertas y pantallas caídas, con cables roídos.

-Haz silencio, pequeño- dijo mordiéndose el labio mientras llevaba a rastras su desvencijada moto.

Asentí aún abrumado mientras sostenía fuertemente el trapeador.

El lugar era ridículamente extenso, casas enormes con jardines siempre verdes con tintes rojos. Esas cosas estaban ahí pululando en busca de carne, no teníamos que alarmarlos y caminamos lentamente a buscar un lugar seguro y con suerte tal vez comida.

Cuando un sonido excesivamente fuerte rompió el ambiente.

-¡Auxilio! ¡Ayúdenme!- una chica salió de una de las casas con el pie virado en un ángulo difícil de explicar incluso en palabras.

-¡KyuHyun!- exclamé molesto al ver como seguía su camino ignorando los gritos de la chica.

Él se giró molestó y me agarró del cuello de mi camisa.

-¡Te dije que te mantuvieras en silencio!- al terminar de decir eso en voz alta las bestias notaron nuestra presencia.

Se acercaron primera a la chica que estaba en estado de desesperación y gritaba incoherencias acerca de su familia devorada.

Ellos se comieron su cuello y en menos de un parpadeo ya era uno de esos.

-Mierda- susurró Kyu sacando la escopeta de su espalda y disparando entre los ojos de la chica que pudo haber sido ser linda cuando no era eso.

Los casquillos de su arma caían al suelo produciendo un sonido muy fuerte, detrás de mí ya tenía a mucho de ellos y un simple trapeador no los iba a detener.

-¡Vámonos!- él me tomó de la mano y me jaló a una de las primeras casas que vio, abrió la puerta con desesperación y me lanzó al interior.

-¡Espera! ¿A dónde vas?- dije suplicante cuando vi que cerraba la puerta.

-Debes salvarte…el chico debe cumplir con su deber, alguien vendrá a rescatarte. Fue un gusto.

De una me agarró de la nuca y besó mis labios, muy fuerte, parecía un beso de despedida. Más que por simple inercia y humanismo (si eso existía en esos tiempos) cerré mis ojos. Se separó casi al instante, pasó su dedo pulgar por mi boca y sonrió.

-Me hubiese gustado haberlos probado mejor- dijo saliendo del lugar, cerró la puerta y escuché el sonido de algo electrónico rompiéndose, seguramente KyuHyun había roto la cerradura para que yo impidiera abrirla.

-¡KyuHyun! ¡No!- grité tratando de abrir la puerta pero él al parecer dañó la cerradura eléctrica.

Golpeaba fuertemente la puerta mientras oía cómo los disparos de KyuHyun aumentaban, luego de unos segundos no escuché más que gritos. Tanto golpeaba la puerta que observé como cayó un portarretrato de la pared, se veía a un chico con cara de “hijo de mamá” esos de los cuales no pueden hacer nada por sí solos. Tenía el cabello un poco largo y unos ojos muy separados como si fueran de un pescado, era casi de mi misma edad, seguramente tendría a chicas muriéndose por él, y prácticamente si, ya que él se las come.

Otra vez el humor negro RyeoWook…

Supongo que eso no importó porque seguí golpeando la puerta muy fuerte, después de unos segundos ya no oí balas, sólo oía gritos y más gritos.

Gritos parecidos a los de KyuHyun.

Me volví cómo una bestia. Cogí una lámpara que flotaba sobre el techo y la tiré contra la cerradura de la puerta. Aquellas cosas avanzadas no eran tan fuertes como las cosas de las personas sabias y pobres.

Si, era muy orgulloso.

Se abrió la puerta y encontré a mi “salvador” siendo arrinconado por varias de esas bestias, tenía las manos en su cabeza y cerraba sus ojos fuertemente. Seguramente así me veía en el restaurante cuando mi idea era morir, KyuHyun, un hombre fuerte y apuesto, rendido ante unas bestias. Era casi igual de ridículo que yo.

Sin pensarlo dos veces ataqué a las “bestias” con el trapeador, si me hubiera visto, seguramente parecía un loco mercenario tratando de salvar a su amor.

Cogí del hombro a uno de ellos y lo tiré balcón abajo, a otro le aspiré la cara con el trapeador multiusos, y a otro más me las ingenié y lo guié a un departamento vacío para dejarlo encerrado, sin la ayuda de KyuHyun no lo habría hecho ya que cogía varias cosas del departamento y se las arrojaba.

La verdad fue bastante ridícula la forma en que los matábamos, pero ya pues, uno hace cualquier cosa para sobrevivir.

Recordé la frase de mi mamá: Las personas son inteligentes, la masa es muy bruta.

Mientras venían más se hacía más difícil, estaba ya muy cansado. Hasta deseé nunca haber salido del departamento, me impresionó tener al menos un poco de humanismo.

Entonces pensé que no habría matado a muchos solo para morir ridículamente. Busqué algo que me sirviera y como supuse estábamos cerca del armario del conserje. Abrí la puerta y cogí una podadora también de multiusos. De esas que veía en televisores a la venta cuando iba camino al trabajo, de tanto pasar por ahí aprendí a utilizarlas.

La encendí aun cuando KyuHyun le enterraba los dedos en los ojos a uno de ellos, supo que iba a hacer así que arrinconó a todos en una esquina.

Era increíble ver manos y pies de “bestias” pasando ante mis ojos como en cámara lenta, sangre recorriendo mis brazos y la adrenalina subir a mi cabeza. Una sonrisa se esbozó por mi boca, había sobrevivido a un apocalipsis y estaba sobreviviendo a otro más.

La podadora lo hacía muy bien, cortaba y cortaba muy bien, filosa y todo eso. Maté también al conserje aunque si él hubiese sido más inteligente habría sobrevivido, pero bueno, ahí estaba su cuerpo hecho pedacitos.

En cuestión de minutos terminé de matarlos a todos con ayuda de KyuHyun. Solté la podadora y corrí hacia KyuHyun.

Me lancé en sus brazos y lo apreté muy fuerte contra mí, sentí tantas de ganas de llorar pero me detuve, lo solté y le pegué una cachetada.

-¡¿Por qué te comportas como el héroe?! ¡Idiota!- dije golpeándolo fuertemente en el pecho-. ¡Tengo miedo y soy un tonto si tú no estás!

-¿Tienes miedo?- preguntó cogiéndome de la cara dulcemente.

-Sí y mucho KyuHyun, eres la única persona en la que confío…- solté finalmente.

-Tranquilo… RyeoWook, no me alejaré de ti- dijo para luego acariciar mi mejilla-. Estaré para ti hasta que mi cuerpo ya no pueda dar un paso más.

Seguramente me quiera tanto como para que si se convierte en eso tal vez me muerda más despacio

Me coloqué en puntillas y lo atraje hasta mí…la química era innegable y yo no pude aguantar más. Le estampé un beso sabor a hierro producto de la sangre en mi cara y él me apretó contra su cuerpo lo más que pudieron sus cansados brazos.

Rodeó mi cintura con sus brazos pegándome más a su estómago, mis manos se posaron sobre su pecho acariciándolo superficialmente.

Sus labios se movían presurosos, hambrientos y desconcertados, haciendo sonido con nuestros dietes chocando y la saliva que intercambiábamos hacía de nuestro beso algo lujurioso. Su lengua entró en mi boca y me estremecí por completo, pasó su lengua por mis labios rojos y yo me pegué más a su pelvis, enredé mis dedos en su cabello mientras él me quitaba la respiración pues tenía su mano en mi nuca.

Al separarnos observé un pequeño hilo de saliva salir de sus rojos labios y un suspiro enamorado.

El primer beso y el primer apocalipsis de un mundo ya roto.

Actualización en 5 bellos días :) 
Un beso a toditas :D
YuleSaku.

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