viernes, 3 de mayo de 2013

¿Los problemas comienzan?- Capítulo 3

¡Hola!

Geomara gracias por comentar en el anterior capitulo, un beso. 

Episodio dedicado al Hanry y como siempre nuestro bonus de KyuWook.

POV Henry

Todo comenzó como un día normal en el pabellón de intoxicaciones por la contaminación. Mucha gente que olvidaba tomar sus pastillas contra los gases tóxicos y que terminaba con abscesos respiratorios.

-Doctor Henry- la secretaria llegó con un enorme bouquet de flores-. Esto es de HanGeng del departamento de traumatología.

-Déjalo ahí con los demás- señalé la esquina llena de peluches y tarjetas holográficas.

La enfermera asintió soltando unas risillas mientras yo solo viraba mis ojos hastiado. Si bien yo aún lo quería con locura a él, aun me dolía sentirme cambiado por su gato blanco.

Ella se retiró del lugar y me acerqué al bouquet de flores, eran muy bonitas y caras obviamente pues desde que la contaminación llego a Corea las flores eran muy escasas.

Eran espectaculares pero yo no iba a desfallecer en mi pelea hasta que mi Hannie entienda que no puede tratarme así.

-Doctor- la enfermera volvió a entrar-. Es el cirujano HanGeng y desea verlo.

Le di una última mirada a las flores y a los enormes peluches de la esquina y suspire.

-Déjalo pasar- me arreglé el cabello y la bata de hospital.

La puerta se abrió temerosa mientras él entraba a mi oficina. Estaba vestido como el niño que era, sus zapatos rojos brillantes, el cabello castaño despeinado y aquella dulce expresión que te hacía dudar sobre que él era uno de los mejores médicos de Corea.

-¿Aún estás molesto?- en sus manos traía una cajita feliz de Mc Donalds-. Te traje un poco de hamburguesa y papas fritas.

-Hannie- pasé mi mano por mi cabello despeinándolo de nuevo-. Será mejor que vayas a por tu gato.

-¡Yo y Nieve no somos novios!- hizo un puchero y colocó su cajita feliz en mi escritorio-. Yo solo te quiero a ti.

No pude evitar soltar una risilla al verlo tan molesto por algo tan vano.

-Está bien, yo…- iba a decirle que iba a regresar a su casa cuando escuché un crujido venir del sistema de altavoces del hospital.

-¡Argh!- sonaba como la voz del director del lugar-. Estamos siendo atacados…Vamos a morir- y luego su voz se transformó un gruñido.

HanGeng corrió hasta mi lado mientras sus pupilas se dilataban.

-Tengo miedo- todo su cuerpo tembló-. ¿Qué está pasando?

-No lo sé- unos gritos desgarradores se escucharon desde la recepción- ¡Es la enfermera!

Salí por la puerta de mi oficina y encontré a la joven enfermera siendo mordida en el cuello por lo que era el conserje de nuestro piso. Ella gritaba desgarradoramente y con fiereza mientras los dientes de aquella bestia eran clavados en su nívea piel. Luego de unos segundos, la bestia dejo de morderla y ella empezó a dar estertores de muerte que nunca vi en ningún paciente, su piel se tornó violácea y las venas de su cuello se tornaron visibles, su cuello girado en ángulos inhumanos y sus brazos deseosos de agarrarme.

-Srta. MinYoung- murmuró HangGeng apartándome a un lado-. Tiene una herida muy grave.

Se acercó a la que era mi enfermera aun cuando sus ojos verdes sulfuraban demencia.

-¡Hangeng!- lo agarré del brazo deteniéndolo-. Ella...ella no es la misma.

-¡Dejame!- su mirada se tornó violenta-. Debo ayudar a las personas pues esa es mi prioridad.

Un médico debe hacerlo pero yo sabía dentro de mí que la chica que estaba enfrente mío ya no tenía salvación.

-MinYoung- Hannie la iba a tomar del brazo-. Todo está bien, venga conmigo.

Ella alzó su vista contra él y se abalanzó furiosamente tirándolo al piso mientras le enseñaba sus dientes deseosos de morderlo.

-¡Henry!- Hangeng trataba de sostenerla pero la fuerza de aquella cosa era inhumana-. ¡Ayúdame!

En un segundo tomé entre mis manos una luz de pedestal que usaba para someter a los pacientes a tratamientos de luz ultravioleta sana y segura. La impacté contra la bestia y esta salió disparada contra la pared tan fuerte que claramente escuché sus huesos romperse pero como si nada volvió a levantarse y volvió a tratar de atacar a mi novio.

-¡Deja a mi novio en paz!- exclamé mientras colocaba la luz en su máximo punto, aquel que tostaría a la primera vez que la recibiera.

La acerqué a su cara y esta se empezó a quemar, dejando horribles verdugones y la piel se caía a tajos hasta que su cara misma explotó soltando un hedor horrible y cayó al piso.

-Henry… ¿Qué hiciste?- Hannie se levantó del piso-. La mataste.

-¡Ella era un monstruo!- tiré la luz con furia-. Ahora debemos huir, no te voy a dejar solo.

Él asintió temeroso y regresó a la oficina trayendo consigo su cajita feliz, un par de tijeras quirúrgicas multiuso, aquella navaja múltiple que era una antigüedad, un taladro para lobotomías, mi teléfono celular, las llaves de mi carro y las colocó en mi bolso de mano café.

-Vámonos, Henry- le dio una última mirada al cadáver carbonizado de la enfermera-. Este virus, estos síntomas, nunca los había visto.

-Menos yo- apreté su mano y le di una mirada que en vez de verse reconfortante lucía atemorizada.

Seriamente no sabía a qué nos estábamos enfrentando, pero todo olía justo como algo que haría las farmacéuticas y empresas fuertes del país para erradicar la sobrepoblación…ellos no tienen límites y al ver a la enfermera muerta por mis manos supe que yo también los había perdido.

Oí más ruidos y gemidos que parecían provenir de voces humanas en dolor y apresuré el paso hacia el estacionamiento. Tal vez en casa encontraríamos un lugar seguro, corríamos por el pasillo agarrados de las manos mientras surcábamos las camillas dispersas en el piso hasta que llegamos al pabellón de quemados.

El escenario era asquerosos, endemoniadamente asqueroso.

Aquellas bestias estaban por doquier, médicos que conocía de años siendo devorados y convirtiéndose en eso.

En aquella cosa que no podía nombrar y que no conocía, aquella cosa que trataba de comernos y de acabar con la raza humana.

-Henry- susurró Hangeng a mi lado apretando mi bolso-. Tenemos que ayudarlos.

Moví mi cabeza en signo de negación pues de ellos ya brotaba sangre coagulada, clara señal de que ya estaban muertos.

-Estamos vivos y ellos no…pásame por favor la navaja multiusos.

Su mano temblaba pero su mirada me mostraba que iba a hacer lo que sea con tal de no separarse de mí.

Encendí la función de la navaja en modo de un láser tan filoso que podía partir el pollo para las fiestas y esas cosas, y dispuse mi mirada al enorme letrero que indicaba salida y que daba directo al estacionamiento donde estaba el auto y mi escapatoria.

-Hannie…escúchame muy bien. Yo me voy a deshacer de esas cosas pero por favor no dejes que se acerquen a ti.

-Te amo, Henry- me dio un beso en la mejilla y se colocó a mi lado usando el taladro para lobotomías como protección.

Y aquel beso tan puro me dio fuerzas para avanzar.

Tomé la navaja entre mis manos como de si una espada se tratara mientras Hangeng se colocaba a mi lado sosteniendo el taladro.

Primero empezamos a caminar muy lento tratando de que las bestias no notaran nuestra presencia, solo se escuchabxdvn nuestras respiraciones al mínimo mientras avanzábamos por el lugar.

Estábamos a unos cuantos metros de la salida cuando una mano muy fuerte me agarró del pie, y me jaló la basta del pantalón con desesperación.

-¡Henry!- aquella persona era el jefe de pabellón de quemados-. ¡Ayúdame! ¡Esa cosa me mordió en la pierna!

Sus gritos desesperados seguidos de su posterior y horrible transformación alertaron a aquellas bestias que dirigieron sus vacíos ojos y dientes hacia nosotros. Empezaron a correr con furia hacia nosotros y tuvimos que, por supuesto, empezar a correr. Si alguno de ellos se acercaba demasiado hacia mi novio no dudaba ni una sola vez y cortaba a tajos su cabeza, el láser no era de lo mejor pero los dejaba fuera de combate o en el peor de los casos lejos de mí.

Por su parte Hannie estaba excesivamente asustado, apenas trataba de defenderse supongo que sus instintos de doctor le impedían infligir algún daño a personas que lucían vivas.

Al llegar a la puerta si bien habíamos logrado deshacernos de una cuarta parte de ellos, aun eran muchos como para que dos personas los eliminarán.

Empujé las pesadas puertas y llegué hasta el estacionamiento que estaba lleno de gente apresurada subiéndose a sus transportes. Íbamos a correr hacia mi auto cuando Hannie se detuvo a medio camino.

-¡Hannie!- regresó al pasillo del hospital-. ¡No vayas!

-¡Es el reloj que me diste en nuestro primer aniversario!- señaló el brillante metal que brillaba en una esquina-. ¡No lo dejaré!

Fui corriendo tras él para protegerlo pero él ya había llegado antes al reloj, lo tomó entre sus manos ignorando que a sus espaldas tenía a un monstruo deseosos de su carne.

-¡Hangeng!- mi voz se quebró en un grito de terror puro-. ¡Atrás!

Se giró y se encontró de cara con la bestia que se lanzó encima de él mostrando sus dientes llenos de sangre, él trataba de detenerla en vano pues era demasiado fuerte.

Fui tras su rescate pero un grupo de 5 de aquellas cosas me detuvo a mitad del pasillo.

-¡Henry!- sus ojos lloraban.

-¡Usa el taladro!- partí a la mitad a uno de ellos-. ¡No temas!

Hangeng adoptó una posición heroica y de su bolsa café sacó el instrumento y lo adentró en una de las órbitas del monstruo.

-¡No eres humano!- encendió hasta el máximo el taladro-. ¡No lo eres!

Cerró sus pequeños ojos mientras el taladro partía en pedazos la cabeza de aquella bestia y la sangre salpicaba a todas partes.

Y en un segundo la bestia ya se había convertido en un amasijo de carne sin vida.

Hangeng empezó a llorar desconsolado en una esquina mientras yo corría hacia él, lo tomé de la mano y lo jalé hacia el estacionamiento.

Estábamos a punto de correr hacia nuestro auto cuando de repente todas las luces del lugar se apagaron rápidamente sumiéndonos en la completa oscuridad. Apreté más la mano de Henry mientras nuestros latidos subían de intensidad, saqué lentamente el teléfono del bolso café y traté de encender la linterna, pero este no se encendía.

-Es un ataque EMP, ¿No es así?- susurró Hannie mientras se removía seguramente buscando algo en el bolso de mano.

-Seguramente, pero estos eventos no ocurren desde hace muchos años y esas bombas solo las poseen la farmaceútica…- mi voz se quebró- EsMent.

-No te preocupes, ahora debemos de buscar un lugar donde escondernos- sacó algo de color verde brillante de su bolso tan brillante que iluminó todo el lugar en donde ya estaban las bestias devorando a las despavoridas personas.

-Tienes razón- el objeto brillante era un muñeco de Linterna Verde que al aparecer vino en su cajita feliz-. Seguramente los carros no deben de funcionar, el ataque daña cualquier elemento con un cerebro electrónico.

Movió el muñeco hacia una abertura en el tejado que era un ducto de ventilación que estaba ahí desde mucho antes de que yo naciera seguramente.

-Subamos- puso sus manos en modo de pedestal y me impulsó hasta el agujero fuertemente.

Él ya estaba a punto también de treparse cuando se resbaló con una lata de pastillas que estaba en el piso ocasionando un ruido excesivamente alto que alarmó a aquellas cosas que enseguida empezaron a correr hacia él.

-¡Hannie! ¡Usa el taladro!- sacó el taladro de su bolso y sostuvo el juguete en sus manos-. ¡Vamos!

Clavó el artefacto en el cuello de uno de estos y lo impulsó hacia fuera apartándolo de sí con mucha fuerza, hizo lo mismo con el resto de ellos y finalmente en su cara ya no había más miedo.

Tomó mi mano y logró trepar por el ducto de aire pesadamente.

Sus manos blancas estaban teñidas de la sangre de las bestias, su camisa favorita sucia y sus ojos rojos de tanto llorar.

Lo presioné contra mi cuerpo lo más que pude en aquel espacio tan reducido y susurré palabras de amor que lo calmaron para que pudiéramos seguir nuestro camino. Anduvimos a gatas por los ductos, hasta que llegamos a una desembocadura que daba a un cuarto del primer piso donde funcionaba consulta externa y que por suerte estaba vacío.

Empujé con fuerza la reja que cubría la salida y bajamos de los ductos. La habitación estaba limpia, muy bien cuidada y con muchas pastillas alimentarias.

-¿Esto no te parece conocido?- dijo Hangeng mientras limpiaba mi rostro con un trapo húmedo, la luz de su juguete alumbraba todo el cuarto.

-¿Te refieres a los síntomas?- hice una mueca-. Tienes razón… ¿Recuerdas el video que nos envió KiBum hace un mes sobre la vacuna que creaba y que pretendía curar la parálisis?

-¿Cómo olvidarlo?- Hangeng se quitó su camisa sucia mostrándome su abdomen marcado-. En todos mis años de trabajo no había visto esa clase de comportamiento.

Aquel video que mi amigo de años y colega KiBum me había enviado, mostraba un video donde las ratas a las que le suministró la base del virus que él denominó Caronte16 (en honor a un personaje de la mitología griega) empezaban a comerse unas a otras de forma feroz, las ratas que eran mordidas se transformaban en caníbales luego de eso. Tenían los mismos ojos verdes y desorbitados, aquel comportamiento errante muy diferente a ya la erradicada rabia animal.

-No quiero pensarlo- sacó su cajita feliz de su bolsa café-. Henry… ¿Y si ese virus se soltó?

-Esto es más grave de lo que pensé- maldecí por lo bajo-. Por lo que pude ver se contagia por vía sanguínea…dudo que haya alguna esperanza para las personas mordidas.

-Esto tiene que ver con EsMent- abrió su pequeña hamburguesa y le puso salsa tomate-. Estoy seguro.

-No saquemos presunciones apresuradas- me quité la camisa y la bata de hospital tirando a un lado mi gafete-. Debemos ir por KiBum.

Asintió mientras me ofrendaba un pedazo de su hamburguesa ya fría.

Devoramos todo el contenido de la cajita feliz y luego nos quedamos viendo a los ojos por un largo rato, me recordaba a aquellas veces en las que después de un día de trabajo duro dormíamos juntos muy abrazados el uno al otro.

-Respecto a lo de Nieve- Hannie bajó la mirada-. Yo no la quiero volver a ver pues tú eres mi único amor.

-Te amo, HanGeng- le dije besando sus labios.

Lo había extrañado tanto y ahora mismo me maldecía por haberme enojado tanto con él por tal bobada. En ese asqueroso mundo en destrucción, él es lo que único que me quedaba.

Sus labios siempre me devoraban con ansias y esta vez no era la excepción, estaba tanteando aquel torso mientras él delineaba con sus dedos mis pezones y los costados de mi torso. Una lágrima traicionera escapó por sus ojos cuando dejé de besarlo para quitarle su pantalón, la secó con el dorso de su mano y exclamó un “Te extrañé” demasiado fuerte que me hizo temblar.

Y bajo aquella luz verde que daba aquel juguete nos volvíamos a entregar con pasión, aquella que solo él tenía y aquella que jamás iba a cambiar por nada del mundo.

Aunque el mundo se caiga a pedazos allá afuera, si estoy con él…es perfecto- pensé mientras me embestía fuertemente haciendo que gimiera por más de él.

Más de mi novio.

*POV Wookie*

Me levanté asustado por los recuerdos de la noche anterior que al levantarme noté que eran verdad. Mi ropa estaba tirada en el suelo a lado de la de KyuHyun.

Estaba pasando un apocalipsis (el primero) junto a un chico desconocido, había bestias come hombres afuera y debía ser protegido hasta encontrarme con un señor que no tenía ni idea de quien era.

A todos les gusta guardar sus secretos de mí, no sé nada de lo que está sucediendo.

Estaba a punto de levantarme para reclamarle a KyuHyun la verdad cuando lo vi saliendo de la ducha solo con el bóxer puesto, el mismo que quité desesperadamente anoche.

-RyeoWook- susurró mientras el agua caía de su cabello café-. ¿Sucede algo?

No pude articular palabra pues al ver su cuerpo recordé claramente que pasó ayer…cuando me desnudé en frente a él, cuando me monté en su pelvis desnuda y el cogió mi cintura…

Moví mi cabeza tratando de sacar esos pensamientos pervertidos de mi cabeza.

¿En qué carajo pensaba?

-No es nada, te espero abajo- agarré la ropa del suelo y salí corriendo desnudo del cuarto cerrando la puerta a mis espaldas.

Me vestí rápidamente y bajé a la sala mientras peinaba mi cabello, al rato llegó Kyu con su maleta y sus armas.

Se acercó a mí, abrazó mi cuerpo y con una de sus manos bajó por mi espalda hasta mi trasero.

-Ese pantalón te queda muy bien…- susurró en mi oreja.

No dije nada y me sonrojé, volvieron los recuerdos de la otra noche, se acercó a mis labios y sonrió, me acerqué y nos besamos. KyuHyun siempre me besaba con calor y pasión, mordiendo mis labios e introduciendo su lengua, al separarse vi brillo en sus ojos, únicos.

-Vámonos- dijo con una amplia sonrisa.

Salimos de aquella casa que nos albergó por una noche entera y nos subimos a su desvencijada moto directo (supongo) a la casa de aquel hombre.

-KyuHyun- susurré en su oreja mientras pasaba mis brazos por su cintura y me pegaba más a su cuerpo-. Lo hiciste muy bien anoche.

Él no respondió pero sentir su ser temblar supe que se había excitado. Solté una risilla por lo bajo mientras el trataba de prender el transporte, cuando lo logró salimos disparados de la ciudadela que raramente no tenía ninguna de aquellas bestias cerca.

-¿Cómo se llama aquel hombre con él que piensas llevarme?- pregunté mientras el viento me daba en la cara.

-Kim Kibum- respondió-. Un científico y yo vivo con él.

-Está bien.

¿Un científico? ¿Para qué me necesitan llevar con un científico?

Él tomó la calle principal que daba directo al aeropuerto y transporte espacial de la ciudad, todo estaba desvencijado, los letreros rotos y la gente muerta en diferentes partes empezaban a hacer apestar el lugar.

-¿Al aeropuerto?- pregunté mientras veía una niña-bestia comerse a un señor.

-No exactamente, cerca de ahí está la casa de KiBum…

No acababa de terminar de explicar eso cuando escuchamos una estampida de personas venir de una de las calles.

-KyuHyun...Esto- señalé el cielo que parecía proyectar una imagen a lo lejos en el sector del puente de la ciudad que separaba los distritos.

Él condujo hasta el puente donde mucha gente estaba aparcada y estresada, gente pobre y gente rica mezclados…el sueño de cualquier capitalista pero eso no me daba a mí una buena señal.

Entonces en el medio del silencio una figura se materializó era un hombre muy elegante y con una mirada sombría que se hizo llamar Lee Soo Man. Al verlo, la cara de KyuHyun se contrajo en una mueca de odio y desprecio puro ante aquel ser que yo solo había visto en el periódico, el presidente de EsMent.

-Hola queridos habitantes de Corea- puso sus manos juntas-. Soy Lee Soo Man de la compañía EsMent, como pueden notar hemos tenido un ataque por un virus que se soltó de un laboratorio.

-¡Eso es una mentira!- KyuHyun se levantó furioso y exclamó-. ¡Eres un maldito mentiroso!

Soo Man rió de lado y siguió hablando.

-¿Tiene pruebas contra nosotros?- él soltó una maldición por lo bajo-. Lo suponía, ahora personas y sobrevivientes. Como la EsMent es una empresa benevolente hemos decidido darles transporte y lujos…a algunas personas.

La gente que por sus facha yo denotaba eran las más pobres estaban abrazándose unos a otros.

-¿A qué se refiere?- un chico de cabello picudo y bata de hospital salió de una van de hospital.

Sr. Lau- le dijo el señor-. Usted debe saberlo, solo los que pueden pagar los precios tendrán transporte. Personas con dinero y del gobierno farmacéutico. Escuchen bien…- al momento apareció una imagen holográfica con la credencial de una persona X-. Las personas que tienen esta tarjeta deben fijarse bien en el símbolo de situación social de cada uno, parecerá en unos cuantos segundos- señaló la parte inferior de la credencial, inmediatamente saqué la mía y al final tenía una de color amarilla.

Miré a KyuHyun y también tenía marca amarilla.

-Las personas que tengan color azul… ¡Felicidades! Trasládense al aeropuerto pues enseguida le daremos la atención posible que se merecen, aviones de último modelo y una excelente comodidad- abrí los ojos como platos mientras otras personas gritaban de la felicidad, una persona como yo no importaba-. Las personas que tiene color rojo, déjenme decirles que cerca del aeropuerto hay un refugio en la que pueden estar, pero solo un límite de personas puede estar- miré con terror a KyuHyun mientras temblaba de odio.

-Las personas que tienen marca amarilla, lo sentimos mucho, pero esas personas no tiene salvación… No se les va a permitir ir a ninguno de los refugios.

-KyuHyun… Tengo color amarillo- susurré temblando.

Él me miró y cogió mi cara con las dos manos mientras ya estaba empezando a llorar.

-Tranquilo, eso no importa, tranquilo, vamos a tener salvación, no te preocupes por eso.

En cambio yo estaba muy enojado y asustado y no entendía nada.



-¡Soo Man!- exclamé furioso pues sabía que él no era de fiar-. Los pobres también somos personas.

-Son personas- Soo Man sonrió diabólicamente-. Personas sin dinero, y si quieren culpar a alguien, culpen a Kim Kibum el científico libre ese…el soltó el virus. Cúlpenlo a él.

Y dicho esto aquel hombre desapareció del lugar dando paso a un par de hombres de negro.

Ese par de hombres nombraron a gente que estaba salvada, los ricos prevalecieron y podían tener transportes de lujo que se encontraban en el aeropuerto mientras el resto debíamos luchar por nuestras vidas.

Al término de aquella transmisión todas las personas estallaron en gritos y corrieron hacia el refugio que se encontraba a unas cuadras del aeropuerto.

-KyuHyun- nos subimos de nuevo en la moto tratando de sortear a la gente y a las bestias que se acercaban-. ¿Ese KiBum es una persona mala?

-Para nada- dijo él acelerando-. Tenemos que ir a visitarlo- señaló un enorme edificio negro.

PD: Actualizamos en 5 días.

Las quieren, YuleSaku.

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