domingo, 9 de febrero de 2014

You and I (SeKai) (SongFic)

Nombre del fic: You and I
Autoras: YuleSaku
Pareja: SeKai (SeHunxKai)
Género: Yaoi, romántico, Songfic
Advertencias: Lemon ligero
Rating: +16
*Inspirado en la letra de la música You and I de Lady GaGa*

Hola, gente :3 Pues este es nuestro primer songfic, inspirado en una de las canciones favoritas de Saku. Espero que lo disfruten, luego escribiremos una entrada especificando los proyectos para los siguientes meses, un beso a todas. 

Ha pasado mucho tiempo desde que vine
Ha pasado mucho tiempo, pero regresé a la ciudad y esta vez no me iré sin ti.

Oh SeHun bajó del bus, el cual estaba lleno de gente que a esa hora iba a trabajar. El día estaba muy caluroso y eso a SeHun le molestaba de sobremanera.
Pero, ¿qué podía hacer? Estaba ahí por él y nadie más que él.

No le importaba tanto el calor, tampoco las moscas que se posaban en su sudada cara, que hace cuatro horas era muy suave y llena de maquillaje, el mismo que ahora se estaba corriendo por todo su níveo rostro.

Era un chico Neoyorkino con una carrera universitaria prometedora, tenía buena situación económica pero… ¿qué hacía allá? ¿En ese lugar tan horrible y sucio? ¿Tanto extrañaba a esa persona, que no dudó en coger el primer vuelo a Nebraska para ir a verlo?

Se golpeó la cabeza por haber actuado de esa manera tan inmadura, pero ya estaba ahí, a las tres de la tarde con un sol intenso. Solo necesitaba verlo y oír sus chistes, solo con eso ya estaría más que contento.

De lo que sí estaba seguro, es de que esta vez (aunque sea arrastrándolo) lo iba a llevar a Nueva York.
Obviamente no iba a volver sin él.

Sabes cómo Whiskey cuando me besas.
Daría todo por ser de nuevo tu único amor, cariño, sí, esta vez no me iré sin ti.

SeHun caminó hacia el lugar de encuentro, donde le dijo que se quedara a esperarlo. Se sentó en el banquito que había en la parada del bus, dejó sus maletas ahí y sacó un pañuelo para secarse la cara llena de sudor y retocarse un poco el maquillaje para estar presentable y que la persona a la cual estaba buscando lo recuerde como el hermoso chico neoyorkino del cual se enamoró en vacaciones. Se colocó un gorrito de lana morada para el sol y esperó durante unos diez minutos.

Él sabía que esa persona nunca llegaría tarde, la gente de Nebraska siempre eran muy puntuales, ni un minuto más, ni un minuto menos. Además, SeHun le había dicho que llegaría a las 3:00 pero se había adelantado diez minutos, así que esperaría durante ese tiempo hasta que el otro llegara.

Y como lo supuso, a las 3:00 apareció esa persona al frente suyo.

—Oh SeHun… Cuanto tiempo ha pasado —le dijo, poniéndose de rodillas para llegar a la altura de SeHun, quien permanecía sentado—. No has cambiado nada.

—Tú tampoco —respondió el otro mirándolo de pies a cabeza y queriendo sonreír, pero la verdad era que no le salían las palabras, su corazón estaba por explotar.

El chico se acercó a los labios del otro, que sin sorprenderse, los aceptó.

—Dejémoslo para después —dijo el moreno apartándose de SeHun poco después del roce.

El menor abrió sus pequeños ojos y miró los del otro. Sus labios eran tal y como lo recordaba: gruesos, ásperos y duros. Ese modo tosco para besar, y sobre todo, el olor a Whiskey plantado por siempre en los labios de éste eran demasiado perfecto.

Definitivamente no has cambiado nada…

Dijiste "siéntate donde debes estar, en la esquina de mi bar con los tacones altos”.
“Siéntate en el sofá donde hicimos el amor por primera vez.”

— ¿Por qué no me llamaste? —Preguntó SeHun en forma de berrinche.

—Cariño, ¿ves una línea de teléfono por aquí? —El menor observó hacia el cielo, el horizonte y sus alrededores, pero definitivamente no había nada—. ¿Cómo querías que lo hiciera? Además  el único teléfono en Columbus está en la capital, casi a…

—Ya entendí —dijo elevando su tono de voz—. No debería quejarme tampoco, los dos tenemos la culpa.

—Es verdad el otro se levantó de su posición de rodillas, y poco después SeHun también se levantó del banco.

— ¿A dónde vamos? —le preguntó, sonriendo de manera dulce y tomando su maleta.

—A mi cabañita, necesitas una ducha, hueles peor que yo cuando termino de ordeñar las vacas.

SeHun hizo una mueca de asco mientras el otro se reía abiertamente. El menor blanqueó los ojos, y mirando hacia abajo tomó las manos del mayor, apretándolas con suavidad y sintiendo esa áspera característica.

—Sigues siendo el chico neoyorkino dulce y superficial.

—Y tú sigues siendo el campesino mal oliente y borracho de Nebraska —respondió SeHun.

Caminaron hacia el horizonte tomados de la mano y en silencio, pues ninguno de los dos sabía cómo comenzar a hablar acerca de sus vidas dado que estuvieron separados por medio año.

Llegaron y entraron a la cabaña del mayor, SeHun observó todos los detalles que no habían cambiado. La misma cocineta vieja  con las hornillas quemadas en donde reposaba el sartén ennegrecido, la alacena desordenada sin más cosas que muchas latas de frijoles negros; la sala con el pequeño televisor que aún era en blanco y negro, la radio a lado de la ventana, el olor a cerveza y whisky plantado en toda la casa.

SeHun quería echarse al piso a llorar como una niña pero se controló, eran demasiados recuerdos azotándole la cabeza.

—Siéntate, ¿lo recuerdas? Era tu silla favorita de toda la casa —dijo el mayor dirigiéndose a la pequeña puerta del baño—. Espera un poco mientras yo limpio la bañera para que el señorito no se sienta asqueado.

Eso nunca… Nunca sentiría asco de este paraíso.

—Claro que deberías, si no lo haces probablemente me iré a un hotel.

—Hubiera sido mejor. Si te quedas, no te dejaré dormir—el mayor guiño un ojo con picardía justo antes de cerrar la puerta. SeHun se ruborizó mucho y observó a su lado un sillón de color café con muchos remaches de telas de diversos colores que tenía muchas historias.

Era el sillón en el cual hicieron el amor por primera vez; la primera vez de SeHun, en realidad. JongIn en ese tiempo no era virgen de nada, pero aun así, fue la primera vez de ellos como amantes. Dirigió su mano al sillón y cerró los ojos.

¿Cómo es posible que me haya ido de tu lado…?

Tú me dijiste:
Hay algo, algo en este lugar, algo que habla de las noches de soledad y mi labial en tu rostro
Algo, algo sobre mi lindo hombre de Nebraska
Si, algo sobre tú y yo, cariño

— ¡Ya está listo! ¡Hasta te calenté agua!—Dijo JongIn con las mangas de su camisa vaquera subidas hasta los codos—. Entra, está muy agradable. —SeHun hizo un puchero mientras entraba al baño—. Kombawo (gracias) —dijo sonriendo, sabiendo que SeHun odiaba eso.

—Tú sabes que mi coreano no es bueno, nunca me interesó aprenderlo, así que por favor, sigamos hablando en inglés —dijo mostrando una cara de fastidio.

JongIn lo abrazó por atrás y besó su nuca, SeHun no podía estar más sonrojado y feliz, pero como siempre su orgullo ganaba en todo, así que solo mostró una de sus típicas caras sin expresión.

—Cariño, son tus raíces, así que por favor habla en coreano como lo hace tu mamá.

—Pero mi padre es americano, a él no le gustan esas cosas, es por eso que ellos se separaron.

—Anda, haz el intento. Me gusta verte tratando de hablar ese idioma, se te oye gracioso.

—No soy tu payaso —dijo soltándose de los brazos del otro y desabrochándose la camisa.

Y cuando SeHun se había dado cuenta, esa última frase la había dicho en coreano; no lo podía evitar, eran sus raíces. Además, se acordó del verano pasado, cuando estaba sentado en el porche de la cabaña de JongIn, observando el anochecer que era adornado por diversas luciérnagas y con el mayor enseñándole palabras en coreano.

— ¿Te das cuenta?, no es tan difícil. Ahora sácate la ropa y entra al agua, que yo te bañaré como se hace en Nebraska —dijo agarrándole el trasero groseramente, haciendo que el menor se espantara.

Ya desnudo, se metió despacio a la ducha, relajando sus músculos al sentir el calor del agua y disfrutando del contacto con su piel. Sintió las grandes manos de JongIn en sus hombros y sonrió inconscientemente.

—Te extrañé mucho… —le dijo en un susurró directo en su oreja.

SeHun giró su rostro hacia JongIn y observó esos negros ojos que brillaban en la tenue luz del atardecer de Nebraska. Se acercó lentamente a su rostro y besó los labios ajenos, cerrando los ojos sin pensarlo.
JongIn enseguida abrió su boca, acción que fue seguida por SeHun. El mayor lo tomó de la barbilla acercándolo más hacia él, el menor frunció el ceño al sentir una mordida del otro en su labio superior. Jongin siempre había sido así de salvaje, y le encantaba.

Un vaivén de adentro hacia afuera embotaba los sentidos de SeHun y le producía esas emociones que solo JongIn causaba.

Rozó su cabello con las yemas de sus dedos hasta que consiguió enredarlos en los mechones de cabello castaño del mayor.

JongIn se separó y con las dos manos abrió la boca de SeHun lo más que pudo y cerrando sus ojos ingresó su lengua violentamente. Sí, JongIn era muy salvaje.

El menor frunció su ceño mientras la lengua del otro entraba y salía de su boca. Cundo terminó de hacerlo, un hilo de saliva se les escurrió por la comisura de los labios.

SeHun sonrió y se dirigió a la mejilla de JongIn y la besó delicadamente dejando la marca de sus labios con el bálsamo de color rosado que se ponía para que no se le resecaran los labios a causa del calor de Nebraska.

—Hay algo en este lugar que nos hace especiales —dijo el mayor acariciando la cabeza del otro.

—Cuando estoy aquí no me importa nada, solo tú —confesó el menor.

Sonrieron y JongIn comenzó a bañar a SeHun.

Han pasado 2 años desde que te deje ir

No pude escuchar ni una broma o  alguna canción de Rock & Roll y ver algún Muscles Cars (marca de automóvil), que conduciste derecho atravesando mi corazón.

En mi cumpleaños me cantaste: “Heart of gold”, con una guitarra tarareando tontamente y sin ropa.
Si, esta vez no me iré sin ti.

Para la media noche, SeHun estaba relajado, sin ninguna tensión en sus hombros y sobre todo feliz. Se acordó que su vida en Nueva York después de haber dejado a JongIn en Nebraska, fue todo un desastre.

No podía escuchar una canción de Rock N’ Roll o escuchar bromas pesadas y calientes que siempre le relataban, porque enseguida se le venía a la mente la imagen de JongIn bailando con él y después vendrían (seguramente) las lágrimas.

Abrió los ojos y observó un calendario que estaba colgado en la pared.

—12 de Abril —murmuró—. Hoy es mi cumpleaños…

Al momento escuchó una guitarra y a alguien acercándose en la oscuridad de la cabaña.

Era JongIn que con una guitarra caminaba hacia él, SeHun se ruborizó mucho y bajó la mirada al observar que este no llevaba nada puesto más que la guitarra.

— ¿Qué haces? —Le dijo tartamudeando—. Es media noche, vas a despertar a los vecinos.

—Son exactamente las cero horas, así que oficialmente ya es tu cumpleaños, ¿por qué no cantarte una canción originaria de Nebraska? —Jongin sonrió mostrando una hilera perfecta de dientes blancos que hacía que SeHun sintiera su corazón al límite—. Se llama “Heart of Gold”, y acá siempre la cantamos para los cumpleaños.

SeHun se sentó y se acomodó bien. JongIn, bajo la tenue luz, comenzó a tocar cuidadosamente.
Siempre le gustó como cantaba el otro, no es que lo hiciera perfecto, pero al menos se escuchaba decente. 

Le gustaba mucho su voz rasposa y gruesa hablando el inglés con una mezcla de country, le gustaba la manera que se movía mientras tocaba la guitarra y sobre todo esa manera tan suya de tomarse las cosas a la ligera.

Quería ser un poco más como él.

Cuando dejó de tocar, se sacó la guitarra y jaló uno de las piernas de SeHun haciendo que este quedara acostado. Besó los dedos delgados de sus pies y los acarició.

— ¿Qué haces? —Preguntó el menor riendo mientras el otro le hacía masaje en sus piernas.

—Mi abuela me enseñó que esto es una buena manera de relajamiento —respondió.

SeHun cerró los ojos y echó su cabeza hacia atrás.

Cuando JongIn terminó de dar su masaje, se dirigió a la cara del chico y la besó delicadamente. Luego se dirigió al cuello de éste y comenzó a besarlo dulcemente.

El menor abrazó la fina y bien trabajada cintura del mayor, haciendo que sus cuerpos se tocaran más, el castaño llevó su mano a los muslos del rubio y los tocó apretando los lugares que le gustaban a SeHun para que lo estimulen.

Cuando el menor ya no tenía su camisa puesta, JongIn empezó a descender el pantalón de éste, haciendo que el otro suspirara.

Dijiste "siéntate donde perteneces: en la esquina de mi bar " con tus tacones altos.
Siéntate en el sofá donde hicimos el amor por primera vez.
Y tú me dijiste:
Hay algo, algo en este lugar, algo que habla de las noches de soledad y mi labial en tu rostro.
Algo, algo sobre mi lindo hombre de Nebraska.
Si, algo sobre ti cariño, y yo.
Tú y yo.
Tú, tú y yo.
Tú, tú y yo.

— ¡JongIn! Más… rá… —gritó SeHun extasiado por los movimientos del otro.

—Shhh —el mayor colocó su sudado dedo en los ensalivados labios del menor y acarició su cara aun cuando SeHun no podía ni ver bien pues su vista se nublaba de puro placer.

JongIn se agarró de los lados del colchón y penetró más fuerte a SeHun, logrando que el otro gritara y arqueara sus cejas mientras apretaba y enredaba la sábana en sus dedos.

Los muelles del viejo colchón se escuchaban como un eco por toda la casa.

—Be… Bésame —le dijo el menor temblando y dando espasmos; JongIn agarró el cuello de su amante con las dos manos y lo besó bruscamente.

SeHun abrió más sus piernas por debajo de la sábana e hizo que JongIn se pusiera más cómodo pues los dos sabían que ya en cualquier momento iban a terminar.

El menor aún no creía que estaba haciendo el amor con él; era otra persona que lo tocaba, otra persona que no era él en el baño pensando en su amado.

Ya habían cambiado casi cinco veces de posiciones y para SeHun todas eran muy placenteras, pero a JongIn le gustaban las más salvajes, como toda persona de Nebraska.

SeHun apretó su labio inferior entre sus dientes y jaló del cabello al mayor, gritó como nunca antes y giró sus ojos poniéndolos en blanco y echándose en la cama.

JongIn sonrió y dio unas estocadas más, cosa que el otro solo respondió con suspiros.

El mayor terminó y se acostó encima del cuerpo del otro, salió lentamente y se echó en la cama junto a SeHun, completamente agotado por todo el tiempo que estuvieron haciendo el amor.

—Aún no me has dicho lo que hiciste mientras yo no estaba —dijo SeHun, aun con sus ojos cerrados y sin hacer ninguna mueca pues estaba disfrutando cada segundo del delicioso orgasmo.

— ¿Quieres que te diga si he tenido relaciones con alguien más? ¿No es así?

El menor asintió  aun con los ojos cerrados.

—Pues, sí. He estado con varias prostitutas, unas que otras, eran simplemente chicas de una noche…Pero sí tuve una prometida… Se llamaba Angie Johnson, era muy linda y casi tenía tu edad. Nos hicimos pareja poco después que te fuiste, estaba enamorado, no te voy a mentir. Pero, tú sabes cómo soy. Nuestra relación no iba bien, a veces era muy mandona y siempre quería que le dé todo lo que no estaba a mi alcance. Ella quería irse a vivir a Nueva Jersey y a mí no me gustan las grandes ciudades. Un día, hastiado de su comportamiento, llegué a la casa ebrio y la quise obligar a que tuviera relaciones conmigo —JongIn cogió aire profundamente—. Me tiró un florero de porcelana, cogió sus cosas y se largó a no sé dónde. Desde ahí no he vuelto a saber de ella.

SeHun quedó mirándolo en silencio, sintió un nudo en la garganta y pretendió estar bien a pesar de que estaba muy lejos de aquel sentimiento.

— ¿Y tú? ¿Acaso no has tenido nada desde que te fuiste? —Le preguntó riéndose.— ¿El niño dulce guardó su cuerpo hasta el momento de verme?

No te burles, estúpido.

— ¡Claro que sí, tuve algunas chicas! Muchas, a decir verdad. La mayoría eran de mi universidad y siempre parecía que duraríamos más pero yo me aburría mucho… —dijo SeHun mostrando cinismo, demencia e ironía.

La verdad era tan simple como esto: SeHun no había tocado a nadie desde que se fue de Nebraska, absolutamente a nadie.

Pensó que él y JongIn tenían aún una relación a distancia, aunque sin llamadas ni correos, pero era una relación a distancia.

Y si le decía la verdad a JongIn, temía que éste se burlara más de lo que ya lo había hecho y le diría que es un tonto “aniñado e inocente”.

—Bueno, ahora que solo somos tú y yo, espero que olvidemos el pasado y comencemos con el hoy —JongIn cogió la mano del menor y la besó.

Tú y yo
Tú, tú y yo
¡Todos, sí! Prefiero morir
Sin “nuestro”  tú y yo.  
¡Vamos!
¡Levanta tus bebidas!
Tenemos un montón de dinero, pero todavía pagamos alquiler.
Porque no puedes comprar una casa en el cielo.
Hay sólo tres hombres que  amaré en toda mi vida
Es mi papá,  mi chico de Nebraska y Jesucristo.

Al cabo de dos semanas, JongIn había llevado a SeHun a una fiesta popular de Nebraska que se realizaba por las festividades del pueblo. Las celebraciones ahí eran muy raras, eso pensaba SeHun. Los bailes duraban hasta el día siguiente, las personas ingerían agua ardiente hasta perder la conciencia, jugaban a ver quién duraba dando más vueltas y cuál era la pareja que más tiempo bailaba sin cansarse.

SeHun recordaba todo eso y sabía que a JongIn le encantaban esas fiestas, por lo que decidió ir con él y tal vez participar en ese concurso de baile.

—Te ves muy guapo —murmuró JongIn en el oído de SeHun.

El menor se sonrojó y bajó la cabeza, susurró un suave “gracias” y se tomaron de las manos para entrar a la fiesta. El mayor saludó a sus amigos, unos que otros muy patanes y otros con cara de mafiosos roba ganado. Ellos conversaron un poco con JongIn mientras SeHun se sentía incómodo al pensar que no pertenecía a esa conversación que era adornada con palabras obscenas y gramática pésima.

Fueron por la supuesta bebida que en realidad era agua ardiente que se guardaba en un barril, JongIn cogió del recipiente de madera –que no lucía muy higiénico– un vaso de agua ardiente; se lo pasó a SeHun, que con miedo le miraba. JongIn tomó de su vaso hasta lo último como si fuera agua. SeHun pasó su lengua por sus labios y tomó fuerzas para tomar.

Apenas el agua ardiente pasó por su boca sentía que arañitas le corrían por toda su garganta. Tosió mucho y se puso rojo del dolor.

—Ah, personas neoyorkinas… No saben nada de Nebraska —dijo JongIn riéndose y palmeando la espalda de SeHun mientras este seguía tosiendo.

—Cállate —le dijo más tranquilo—. No es mi culpa ser una persona civilizada.

—Lo civilizado no existe —le dijo JongIn, besándole la oreja para después cogerle de la mano y dirigirse a la mesa de anotaciones para el concurso.

— ¿Tú crees que enserio podamos ganar? —Le dijo SeHun mientras observaba al mayor escribiendo sus dos nombres en la papeleta.

—Sinceramente no, pero no perdemos nada en hacerlo —sonrió.

La pareja, durante todo ese tiempo, se dedicaron a hablar sobre la resistencia y el modo de bailar. El premio a recibir eran 50 dólares, cantidad que SeHun ganaba en una semana en sus prácticas médicas. Pero que para JongIn era casi el sueldo de un mes.

Si, en Nebraska todo era muy fácil y sin preocupaciones.

En cambio Nueva York era muy cruel con gente demasiada egoísta y mala. Para SeHun, Nebraska era todo, era el paraíso.

—El momento de la verdad llegó —dijo JongIn al escuchar al presentador, que llamaba a todas las parejas inscritas para el concurso.

Algo, algo sobre la persecución.
Soy una persona  de Nueva York, nacida para ti.
Y mi lápiz labial en tu cara.
Algo, algo sobre saber cuándo es correcto.
Así que levanta tus bebidas por Nebraska.
Para Nebraska, de Nebraska, te amo.

SeHun respiró hondo y agarró fuertemente de la mano a JongIn. Se dirigieron al escenario y comenzaron a bailar lento.

Una de las condiciones del concurso era bailar de acuerdo a la música, si era una ranchera tenías que saltar como loco con tu pareja, si era lenta tenían que bailar muy pegaditos. Si era una rockera tenían que hacer un círculo entre todos.

Mientras el tiempo pasaba, gente aplaudía a sus favoritos. Algunos amigos de JongIn apoyaban a este, SeHun se castigaba mentalmente por haber aceptado esto. Pero tenía que hacer lo posible para ganar, y así poder darle el “presente” que tenía para JongIn.

A SeHun le daba vergüenza acordarse de eso, un cuaderno completo con todas las historias, peripecias y anécdotas de él y JongIn. Fecha de primer beso, primer regalo, día de aniversario, fotos de ellos juntos, frases románticas “hechas por SeHun” pero la verdad era que solo las había sacado de Internet de alguna página de título rimbombante “elamoresagia.com”, pero la intención es lo que cuenta.

SeHun bajó la cabeza, sonrojado y sintiéndose estúpido, si JongIn encontraba eso se burlaría de él, sería mejor dárselo cuando estuviera de buen humor.

Pareja por pareja iban saliendo de combate. A JongIn se le veía más emocionado mientras el tiempo pasaba, y a SeHun se le veía más cansado mientras el tiempo pasaba. Trataba de pensar en cosas bonitas para no pensar en el dolor y la desesperación que le causaba las pistas de bailes cambiantes.

Respiró y siguió bailando, ya casi eran la tercera pareja que quedaba. La segunda se cansó y salieron de la pista de baile. SeHun observó hacia la primera pareja y veía que no iban a durar mucho. Abrazó a JongIn y sonrió, era música lenta y esas eran las más fáciles.

—Parece que vamos a ganar —le dijo tiernamente.

—Lo sé, ¿estarás feliz si lo hacemos? —Preguntó SeHun, apretando más el cuerpo de JongIn.

—Claro, llegaremos y celebraremos a mi estilo… Ni de broma te dejaré ir.

—Hablando de eso… ¿Qué te parece Nueva York? —Las manos de SeHun comenzaron a sudar y su estómago empezó a doler del miedo.

—No lo sé, nunca he ido a visitarlo, pero, ¿cuál es el problema? No vas a volver nunca más.

—Yo no te dije eso… No he terminado mis estudios, tengo que volver.

JongIn se apartó de SeHun y lo miró directo a los ojos sin dejar de moverse, sus cejas se fruncieron y mostró una cara de preocupación mezclado con ignorancia.

—Pero si ya llevas casi dos meses conmigo. Pensé que te quedarías viviendo aquí, solo viniste para verme otra vez llorando, ¿no es así? ¡Dímelo! —Alzó la voz.

JongIn tembló y recordó las semanas que había estado llorando luego de la última partida de SeHun, eran semanas frías y tristes.

—No me grites, por favor. Vine porque quiero que estés conmigo, que seamos novios oficiales. Vine para pedirte que vengas a Nueva York conmigo, y así vivir los dos juntos para siempre.

JongIn dejó de bailar y se alejó imperceptiblemente de SeHun.

— ¡Parece que la pareja ganadora es la número uno! ¡Por favor pasen los ganadores! —Vociferó el hombre que supervisaba el concurso, observando el extraño cuadro que mostraba la pareja número tres. 

— ¿Es que acaso te dio la fiebre de las vacas locas? ¿Qué pasa por tu cráneo? —Punteó con su dedo bruscamente la cabeza de SeHun mientras este quería llorar—. ¿Crees que soy un tonto que te va a seguir donde quieras que vayas? ¿Quieres que haga todo lo que quieras? Yo soy libre y hago lo que quiero.

—No es eso, es solo que…

— ¡Es solo que nada! Si solo viniste para decirme eso es mejor que te vayas porque pierdes tu tiempo, yo no me voy a mover de aquí, por más que esté enamorado de ti, no me iré de aquí. Las personas de Nueva York tienen que estar con otras personas diferentes a mí, y las personas de Nebraska… Ellos solo tienen que permanecer solos porque así es mejor.

—No te lo quería decir así, vamos a tener una vida muy hermosa, vivirás conmigo y…

— ¡Cállate! —Le interrumpió bajando de la pista de baile, dejando a SeHun llorando.

Escuchó como se subió a su vieja camioneta y se iba dejándolo completamente solo en un lugar que desconocía. SeHun miró a todos lados, se secó las lágrimas y se fue prácticamente corriendo de ahí. Trató de alcanzarlo pero él ya se había ido muy lejos.

¿Cuándo las cosas se fueron a la mierda? Todo estaba muy bien...

SeHun se mordió el labio fuertemente y gritó lo más fuerte que pudo, se jaló los cabellos y se golpeó en la cara, era su forma de calmarse.

Todos sus amigos tenían razón, JongIn era una mierda de persona pero SeHun lo amaba. A JongIn solo le importaba él y nadie más, y con tal de que tuviera acceso a tu cuerpo él te respetaba y fingía que te quería. Era un borracho, vago, sucio, irresponsable y bueno para nada.

Pero SeHun lo amaba, se maldecía todos los días por eso.

Caminó con la cabeza abajo, llorando, cansado físicamente y con los callos de sus pies doliéndole. En Nebraska no había taxis así que no podía llamar a nadie, recordó el camino del centro de eventos hacia la casa de JongIn y rezó por que fuera el correcto.

Él, caminaba solito por las oscuras y desahuciadas calles de ahí, aguantando los “piropos” de personas maleducadas que se transportaban en camiones lanzando frases como “mi nabo quiere con esos panes”, “pequeño niño virgen ven para bautizarte” y otras guarradas más.

Vio a los lejos un poste de luz que iluminaba la pequeña pero hermosa cabaña de JongIn, corrió medio muriéndose y golpeó la puerta como loco, tenía sed y estaba demasiado cansado, física y mentalmente.

Chocó con algo, observó hacia abajo y encontró sus maletas a lado de la puerta, estaba absolutamente todas sus cosas ahí.

— ¿Qué está pasando, JongIn? —Preguntó, golpeando aún más fuerte la puerta.

De repente esta se abrió de nuevo mostrando a JongIn visiblemente molesto.

—Largo, SeHun, no te quiero volver a ver— dijo fríamente.

—¿Sólo porque te digo que vengas a vivir conmigo? No lo entiendo… 

—No hay nada que entender, yo no quiero vivir como tú, no quiero vivir en un mundo perfecto porque sé que eso no existe. Pero para ti sí; haber terminado la escuela y pronto la universidad te hace importante. No creo que debas estar con una persona que solo acabó la primaria. Vive tu mundo de fantasía solo, SeHun, yo no quiero. Puedo vivir perfectamente en esta pequeña cabaña y tengo todo lo que necesito. 

— ¿De qué estás hablando? ¡Yo no vivo en un mundo de fantasía!

— ¡Si lo haces! ¡Siempre estás feliz por todo! La vida perfecta que todo ser humano de tu edad quisiera tener… ¿Cuándo te darás cuenta de que nuestra relación nunca funcionará?

— ¿Tú crees que yo vivo en un mundo de fantasía? ¿Sabes las cosas que he pasado para que mi vida sea así? Yo también trabajo duro en esto, no solo me puedo quedar sentado en mi cabaña esperando que un milagro pase, o quedarme con el estúpido y retrógrada pensamiento de mantenerme siempre en el suelo como tú lo estás haciendo. ¡Tú haces que tu vida sea lamentable! —Golpeó fuertemente la puerta—. ¡No me eches a mí la culpa de tus desgracias porque yo solo quiero ayudarte!

Agarró rápidamente sus maletas mientras escuchaba pequeños sollozos provenientes de adentro de la cabaña. SeHun se maldijo, sabía que había dado en un punto muy sensible de JongIn.

Pero él también estaba harto.

Observó el cuaderno que había hecho él mismo y lo dejó al borde la puerta.

—Te dejo mi regalo ahí, si quieres leerlo está bien y si quieres botarlo también está bien.

Bajó lentamente las escaleras del porche de la cabaña, observó su reloj de mano y ya iba a ser de madrugada. Suspiró y caminó por la empolvorada calle de Nebraska.

Esta no es igual a como la primera despedida…

Llegó a la parada de buses, la misma parada en la que se encontró con JongIn por segunda vez. Pasó su pañuelo de seda por el polvoroso asiento y descansó su cuerpo.

Sacó algunas monedas de su maleta y esperó al bus que lo llevaría a la ciudad de Omaha, cogería un avión y este lo llevaría de vuelta a su aburrida vida de estudiante en la Universidad de Nueva York, una de las más solicitadas entre los estudiantes.

SeHun sentía tanta ira en su ser, ¿de qué le servía tantos privilegios de niño rico si no tenía a la persona que amaba? Se iría de Columbus, Nebraska y ahí quedó toda la hazaña de “traer a JongIn conmigo” que había planeado. 

Parece que sí volvería sin él. 

Tú, tú y yo 

Vino el bus casi lleno, pues mucha gente a esa hora iban a trabajar, JongIn también, a esa misma hora llevaba a SeHun a su rancho y le enseñaba a ordeñar vacas.

Entró, pagó dos dólares y se sentó cerca de la ventana pues sería un viaje un poco largo. Apretó fuertemente su cartera entre sus manos y enterró su cabeza en sus rodillas, se acordó de todas las bromas a las que JongIn usualmente lo sometía.

Empezó a llorar silenciosamente hasta que se quedó dormido.

Un empujón brusco lo hizo levantarse, abrió los ojos desorientado y se los restregó. Le ardían, entonces recordó que había llorado hasta quedarse sin agua literalmente.

—Chico, ya llegamos a la ciudad —dijo lo que parecía el chofer del bus, SeHun observó hacia atrás y no había nadie. Asintió, cogió sus maletas y se bajó del bus.

Se miró en su espejo de mano, estaba horrible, parecía tener mocos y sus labios estaban resecos por el intenso calor incluyendo sus enrojecidos e hinchados ojos.

Con su pañuelo de seda se secó el sudor, se colocó unas gafas oscuras y se untó bálsamo en sus labios.

Caminó apresuradamente al aeropuerto, compró una botella de agua pues se sentía deshidratado, tenía el estómago hecho una bola así que no se metió nada de comida.

Observó en la pantalla la hora de vuelos hacia Nueva York y sorpresivamente no estaban agotados. SeHun sonrió y caminó hacia la boletería.

—Uno para Nueva York —dijo apresuradamente pues sentía que su vuelo iba a retrasarse.

— ¿Primera clase, segunda o tercera? —Preguntó la chica de detrás del vidrio.

—Primera clase —a SeHun le sobraba el dinero.

—Serán $220 dólares americanos. —SeHun empezó a buscar su billetera, encontró su tarjeta de crédito VISA, se la entregó, unos soniditos más de máquina y su boleto estaba listo—. Que tenga buen viaje —le dijo la mujer tras el mostrador, entregando el boleto mientras el chico susurraba un “gracias”.

Ya iba saliendo de la fila hasta que escuchó muchas monedas cayendo en una mesa, curioso observó de dónde venía el sonido y encontró a una persona morena, con un gorro de lana, zapatos desgastados y una camisa vaquera con unos pantalones azules también desgastados. En uno de sus hombros llevaba un sucio saco remachado lleno de ropa, en su otro hombro una maleta con huecos pareciendo llevar ollas y otras cosas más.

Aquella persona contaba lentamente cada cantidad de centavos que iban desde los 10 centavos hasta los 50 que sacaba prolijamente de sendos tarros llenos de más centavos.

La dependiente de la boletería lo miraba con cara desencajada al ver como planeaba contar de a poco cada centavo. Esos parecían ser sus ahorros de toda la vida.

SeHun apretó el mando de su maleta con ruedas y muchas lágrimas surcaron sus ojos. Se quitó las gafas oscuras y enfocó su mirada en aquel extraño personaje.

Era su JongIn contando cada centavo de todas sus ganancias. Quería ir hacia allá, golpearlo fuertemente y después abrazarlo, se tranquilizó e inmediatamente fue de nuevo a la ventanilla que lo atendió hace unos minutos, compró otro boleto de primera clase rápidamente, casi corrió a dónde estaba JongIn y se paró a su lado.

—Ya llevo 20 dólares —decía entre susurros—. ¿Cuánto costará ese boleto?

—El boleto de tercera clase está en 100 dólares, señor. ¿Está seguro que puede pagar esa cantidad? —Preguntó la dependiente con impaciencia. SeHun, tímidamente y con su dedo anular, le golpeó el hombro.


JongIn se giró y observó a SeHun que con ojos llorosos le extendió un boleto de avión. Se observaron mutuamente por largos segundos en los que ambos derramaron sendas lágrimas.

Se dirigieron a la puerta número 6 para el despegue del avión en silencio.

—No era necesario que me lo comprarás, podía pagar ese estúpido boleto —JongIn refunfuñó.

—Pero yo quise comprártelo —refutó SeHun.

JongIn se detuvo bruscamente y abrazó a su amado como nunca lo había hecho.

—Lo siento tanto, perdóname— dijo el mayor el otro se quedó quieto y solo lloraba.

JongIn se separó y bruscamente cogió de la cara a SeHun para besarlo, lo apretó más contra él mientras sus labios besaban al menor.

SeHun tocó la cara de mayor lentamente mientras prácticamente se devoraban, sus lenguas se encontraron al momento en que profundizaron el beso con mordidas.

Se separaron segundos después y volvieron a abrazarse.
— ¿Seguro que esto funcionará? ¿Qué pasa si solo me vuelo una carga para ti?

— ¡Nunca lo fuiste! Y si vienes a Nueva York serás mi responsabilidad, nos cuidaremos mutuamente porque eso hacen los novios, ¿verdad? —SeHun apretó sus labios.

—Sí, eso hacen los novios. Tendremos que cooperar con los gastos de casa y tal vez pueda terminar la secundaria. Prométeme que visitaremos Nebraska, prométemelo. No tienes ni idea cuanto me costó dejar este lugar.

—Yo no puedo vivir sin ver este paraíso, y tú eres la atracción principal.

JongIn se separó de SeHun y sonrió.

—Eres tan cursi y adorable —el menor se ruborizó—. Si no me hubieses dado ese cuaderno con nuestros recuerdos y tus cursilerías probablemente no estaría aquí.

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—Deja de molestarme, te has enamorado de mí por lo que soy —sonrieron y volvieron a besarse.

Se tomaron de la mano y JongIn juró comprarle una mansión a SeHun con sus ahorros, agarraron sus maletas y fueron a la revisión de aduanas donde las maletas de JongIn duraron mucho en revisarla.

Después de todo usualmente no llevas cacharros ni ollas en un viaje hacia Nueva York.

Finalmente subieron al avión, se sentaron juntos. JongIn juró ser fuerte aunque lloró mucho en el pecho de SeHun.

Obviamente Nebraska era el lugar de los dos y nada podría cambiarlo, ahí siempre iban a pertenecer sus corazones. Había muchas cosas de qué hablar sobre su futuro pero no importaba porque recién estaba comenzando.


Y los comienzos siempre son algo memorable.


Ha pasado mucho tiempo desde que vine.

Y esta vez no me voy sin ti.

*Fin*


*lloran juntas abrazando su peluche*

Este oneshot nos pone muy sentimentales ._. Espero que hayan disfrutado leyéndolo así como nosotros disfrutamos escribiéndolo. 
Un beso, 
YuleSaku. 



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